El autor sostiene que la escuela debe cambiar y tener como objetivo
prioritario el éxito escolar de todo el alumnado. Para ello, cree que el
sistema educativo ha de promover la construcción del conocimiento a
partir de una concepción pluralista de la inteligencia (inteligencias
múltiples), introducir el aprendizaje por competencias, establecer una
nueva organización del aula y de su relación con el entorno, y relanzar
la participación de las familias, entre otros cambios. Considera que la
escuela tiene la responsabilidad de compensar las desigualdades
socioculturales de origen de cada menor, pues, hoy más que nunca, su
inserción laboral y social depende del éxito escolar que alcance.
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