La irritación que provocan determinadas experiencias personales o hechos externos es una respuesta natural del ser humano. Sin embargo, una canalización inadecuada puede afectar a la salud cardiovascular. Investigadoras de la UNED han descubierto que las mujeres que reprimen la ira sufren más problemas cardiovasculares que las que la expresan o la controlan.
“En nuestro estudio descubrimos que, en las mujeres, la alta tendencia a suprimir o guardar la ira conlleva un mayor malestar emocional, peores hábitos de salud y más síntomas cardiovasculares”, explica Ana M. Pérez-García, autora principal del trabajo e investigadora del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos de la UNED.
El trabajo, publicado en el último número de la revista Psicothema, analiza de qué forma afecta la ira a la población femenina en su salud cardiovascular. Para ello, las investigadoras diferenciaron entre tres tipos de ira: interiorizada, exteriorizada y controlada. La población estudiada estaba formada por 327 mujeres con una edad media de 35,4 años, todas estudiantes de la UNED. El 63% de ellas trabajaba; el 22% eran estudiantes; el 12%, amas de casa y el 3% restante estaba sin empleo.
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