En el pensamiento de Habermas la acción comunicativa cobra especial relevancia en la interacción social y es defensor, en consecuencia, de una forma política y social llamada democracia deliberativa, donde las decisiones político-sociales deben surgir de una discusión pública donde intervengan todos los involucrados en los efectos de las medidas a tomar, con el fin de que se adopten por consenso.
Este pensamiento de participación y discusión a través de un diálogo racional, abarca todos los aspectos de la vida social, por lo cual Habermas ve en la educación un instrumento para expandir sus ideas y aplicarlas. Propuso por ejemplo, la democratización universitaria, la enseñanza científica reflexiva y práctica (no solo como técnica para lograr fines establecidos por la sociedad de consumo), la enseñanza política con participación crítica fundamentada, formadora de ciudadanos que impulsen cambios en la sociedad en que viven, basados en juicios que surjan de la razón y no de una posición de poder. Considera como violentas las imposiciones que se realizan a la conducta de los individuos basadas en el poder ya sea político o económico. Toda exigencia a la que se somete a un ser humano, de cualquier tipo de aprendizaje, debe ser consensuada utilizando para ello el instrumento de la comunicación, con lo cual los conocimientos se aceptarán como válidos no porque así se lo exigieron que los aprenda sus docentes, sino porque así los aceptó, previo análisis crítico racional.
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