Durante cientos de años el hombre ha modificado tan sustancialmente el bosque ibérico, que lo que vemos hoy dista mucho de lo que en su día fue una extensa alfombra de vegetación.
A veces la transformación fue tan radical que sólo quedan algunos árboles cente-narios y otras los bosques permanecen, pero muy fragmentados y alterados. Estas transformaciones de paisaje siempre han sido acompañadas de la corres-pondiente pérdida de fauna asociada.
En este capítulo se muestra de qué manera el hombre está intentando recuperar algunos rincones singulares de la geografía española para que puedan albergar de nuevo una fauna, que en muchas ocasiones resulta única.
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